Nos habían dicho siempre que la economía de mercado venía determinada por la oferta y la demanda. ¿No es cierto? Que los productores, los oferentes o los empresarios se dedicaban a poner encima de la mesa sus bienes, productos y servicios a un precio X.
También, que los demandantes, los consumidores o los clientes adquirirían una cantidad determinada de esos bienes, productos o servicios al precio X, si y solo si consideraban tal precio adecuado.
Finalmente, que como consecuencia de esa tensión, negociación o acuerdo de conciliación, la demanda y la oferta convergerían hasta alcanzar un equilibrio en el que precio y volúmenes acabarían siendo, por así decir, consensuados.
Vayamos ahora con lo que nos habían dicho que era una economía planificada; un tipo de economía pensada desde los poderes públicos. Un tipo de economía donde el equilibrio no venía determinado como resultado de una negociación en el mercado. Un tipo de economía cuyos precios y cantidades venían predefinidos de partida, tomando como referencia necesidades colectivas calculadas y ponderadas de antemano.
Pensemos pues en el “mercado” o en la “planificación” de la producción y el consumo de electricidad.
Dos preguntas tan solo.
– ¿El precio viene dado como resultado de la oferta y la demanda en el marco de la economía de mercado?
La respuesta es no.
– ¿Los poderes públicos protegen la libertad de empresa de acuerdo con las exigencias de la economía general y, en su caso, de la planificación (tal y como recoge por ejemplo el artículo 38 de la constitución española)?
La respuesta es no.
Buenas noches y buena suerte.