El primero de los gráficos muestra el parque de vehículos en España por antigüedad. Incluye el número de vehículos -turismos- y de motocicletas más ciclomotores desde el año 2010 hasta el año 2020.
¿Qué puede observarse a primera vista? En primer lugar, una tendencia de los usuarios a recurrir a algún comprador de motos y de vehículos desde el año 2012 de un modo cada vez más frecuente. En segundo lugar, que esta tendencia se interrumpió con la aparición del COVID (2020). Y en tercer lugar, por los datos provisionales existentes, que el mercado vuelve a estar en recuperación. Otro aspecto significativo sería la proporción que representa la compra de motos sobre el total; oscila entre el rango del 10% y el 20% en el periodo analizado. Por cierto la proporción más elevada de la serie mostrada se cifró en el año 2020 con un 17,4%.
Vamos con el segundo de los gráficos. Las motos eléctricas en comparación con las de carburante de gasolina o diesel.
A priori se aprecia una muy reducida proporción de las eléctricas sobre el total. Hablamos de que, por ejemplo, en el año 2020 se matricularon 169.188 motocicletas o cicloturismos de gasolina o diesel frente a 14.640 motos eléctricas.
Pero no hay que obviar que esta proporción es claramente ascendente, ya que en el año 2016, por poner el ejemplo del otro extremo del gráfico, se matricularon solamente 1.236 motos eléctricas. Esto significa que en el mercado se está produciendo, probablemente, una secuencia de comportamiento que comienza con la tasación de moto online, el reemplazo de esta por una eléctrica y en definitiva la modernización del parque español de motocicletas. Veámoslo también de la siguiente manera con el tercero de los gráficos.
Recoge la proporción de motos eléctricas sobre el total desde el año 2016 y hasta el 2020. En esta ocasión hay una clara tendencia ascendente que comienza desde un porcentaje muy reducido- del 0,7%- concluyendo en otro porcentaje mucho más elevado, del 8%.
Se observa pues un cambio de patrón en la adquisición de motocicletas y ciclomotores, motivado por una serie de razones entre las que podemos destacar; un menor coste de repostaje – la comparativa de costes puede llegar a ser hasta 15 veces más económica para las motos eléctricas-, una menor contaminación acústica y medioambiental, un aprovechamiento creciente de ayudas del sector público en forma de subvenciones, una mayor facilidad de carga con la ampliación de los puntos de repostaje y la facilidad de intercambio y sustracción de las baterías, además de una mecánica de mantenimiento más sencilla frente a la moto de combustión.
En cualquier caso no todo son ventajas al elegir la moto eléctrica. No hay que olvidar que más de un 90% de las nuevas matriculaciones siguen siendo de combustión, y esto es así, en primer lugar, porque el precio de la opción tradicional sigue siendo menor, en segundo, porque el tiempo que cuesta recargar la moto eléctrica es superior al tiempo de repostaje de gasolina o diesel, y en un escalafón de menor relevancia como argumento, porque la menor sonoridad de la modalidad eléctrica puede entrañar riesgos para los viandantes y mayores cifras de atropellos.