Sesenta y un meses seguidos de sequía. Cinco años completos entre febrero de 2011 y febrero de 2016. Ese es el tiempo que el crédito bancario lleva contrayéndose en España de forma ininterrumpida.

Y hablando en términos puramente estadísticos, ya que si se descuentan los esporádicos tres meses -noviembre y diciembre de 2010 y enero de 2011-en los que el crédito bancario no anotó registros negativos, el total de periodos en los que el saldo crediticio se ha contraído desde agosto de 2009 -el punto de inflexión observado en el gráfico inicial- asciende ya a setenta y seis meses, es decir, a casi seis años y medio.

El último dato publicado en febrero de 2016 ha supuesto una mengua de la financiación bancaria  de 51.643 millones de euros en los últimos doces meses, un -3,8% según datos del Banco de España. Y no es la peor cifra de los últimos tiempos; en el año 2013 todos y cada una de los registros mensuales superaron una contracción del 10%.

En la actualidad, la cifra del stock crediticio asciende a 1,31 billones de euros, muy lejos, por lo tanto, del techo de financiación alcanzado en 2009, cuando el total del crédito en circulación concedido por la banca se cifraba en 1,87 billones de euros, es decir, en 560.000 millones de euros más.

La trayectoria dibujada por la evolución interanual del crédito español se asemeja en gran medida al recorrido gráfico de la deflación en España, una circunstancia que, como ya se ha explicado en este y otros medios de información económica -véase “Saque de Esquina”, el blog de Eduardo Garzón-, sugiere una más que íntima y estrecha conexión entre evolución de precios y crédito bancario.