Sólo dos países de la Unión Europea integran el top 30 de los principales países productores de gas natural de la economía mundial, según las estadísticas internacionales de energía de la U.S Energy Information.
Estados Unidos es quien lidera en esta ocasión el ranking mundial de producción de gas con 30 billones de pies cúbicos, seguido por Rusia e Irán, cuyas producciones brutas ascienden a 23 y 8 billones de pies cúbicos, respectivamente, de acuerdo con las cifras del año 2012.
Argelia (6,4) y Canadá (6,3), en la cuarta y quinta plaza, superan los registros de los seis billones anuales, y por encima de los 3 billones y hasta la décima plaza de este ranking mundial de países productores de gas se sitúan Qatar y Noruega (5,7 cada uno), Arabia Saudí (4), China (3,8) e Indonesia (3,1).
Los países que completan la segunda decena de esta clasificación internacional rebasan en su amplia mayoría los dos billones anuales de gas producidos. Tal es el caso de Holanda (2,8), el único país de la Zona euro en integrar este nuevo ranking publicado en el blog.
En la última decena del top 30, las producciones que completan esta lista de carácter energético superan escasamente el billón anual de pies cúbicos de gas. Es en este entorno donde se enmarca el segundo y último de los países europeos aludidos al comienzo del post, Reino Unido, con 1,5 billones de gas generados al año.
A modo de contraste, cabe destacar que dentro del top 30 mundial de países clasificados por PIB, aparecen hasta 10 estados miembros de la Unión Europea.
Así, mientras dentro de las diez principales economías del mundo se observan hasta cuatro estados miembros de la UE -Alemania, Francia, Reino Unido e Italia-, dentro del top 30 del ranking de producción mundial de gas natural no aparece, sin embargo, un solo país de la Zona euro que integre dicha clasificación.
Este grave desajuste experimentado en ningún otro lugar con tanta contundencia como en la UE, vuelve a poner sobre la mesa la necesidad de apoyar el desarrollo de las energías renovables, no sólo en aras de subsanar una dependencia energética de gran desproporción, sino también en aras de lograr una mayor sostenibilidad medioambiental y equilibrio internacional.
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