Publicamos la semana pasada en el blog un artículo que introducía algunas matizaciones sobre el IRPF. Como ha suscitado algunas malinterpretaciones aquí va una aclaración.
Dijimos que el IRPF no era únicamente un impuesto a los salarios porque la base imponible global del mismo integraba también los rendimientos de autónomos o rentistas –entendiendo por estos aquellas personas que obtienen dividendos por participaciones en sociedades anónimas, ingresos de alquileres derivados de propiedades inmobiliarias, imputaciones de rentas patrimoniales-.
Lo que quisimos decir fue que el IRPF en España no tiene por objeto gravar exclusivamente a la clase trabajadora. Sin embargo como en materia de economía positiva conviene ser siempre lo más preciso posible, con ocasión de esta nueva publicación mostramos la importancia concreta de todas las cuantías que son objeto de gravamen por parte del IRPF, a saber, los rendimientos del trabajo, los rendimientos del capital mobiliario –fondos, acciones, depósitos…-, inmobiliario –alquileres de pisos o locales- y actividades económicas.
Y el resultado en España en el año 2018 fue que más del 85% de los ingresos declarados por IRPF correspondieron a rendimientos derivados del trabajo, esto es, salarios brutos, ya fueran dinerarios o en especie. Después les siguieron en importancia las actividades económicas con un 7% de relevancia, rentas inmobiliarias con un 4% y mobiliarias un 3%. Esta es la foto concreta del IRPF.
Ahora sigamos con el razonamiento del título. ¿Cómo se relacionan, en economía, los salarios con el PIB y los beneficios empresariales? Es bastante sencillo. Mirad el siguiente gráfico; hace referencia a las cuantías exactas declaradas en el IRPF por los distintos tipos de rendimientos existentes.
Tal y como se aprecia, por rendimientos de trabajo se declararon casi 500.000 millones de euros. Una pasada, ¿no? Por actividades económicas los autónomos declararon un importe cercano a los 35.000 millones, las rentas de bienes inmuebles sumaron más de 21.000 millones y así sucesivamente.
Vayamos terminando. Si, teniendo en cuenta los salarios declarados en el IRPF, sabemos que estos ascienden a unos 500.000 millones de euros, y por otro lado, que toda la producción nacional, el PIB -aproximadamente un billón de euros, es decir, un millón de millones ó 1.000.000.000.000 euros- es, por una ley de la economía, equivalente a la suma de las remuneraciones de los asalariados –incluyendo cotizaciones sociales- más los excedentes empresariales, ¿cuál será entonces la cuantía de los excedentes empresariales?
Fácil, ¿no?
Una última pregunta, ¿cuántos asalariados hay en España? ¿Unos 20 millones aproximadamente? ¿Y cuántos empresarios? ¿Unos 2 millones? Estamos entonces en disposición de calcular el salario y el beneficio medio por asalariado y empresario, respectivamente: 25.000 euros anuales versus 250.000.
En definitiva, que por término medio, el empresario obtiene por su participación en el sistema económico diez veces más renta, ingresos o riqueza que el asalariado.
Creo que este análisis está equivocado. En primer lugar el PIB en España en 2019 fue de 1,25 billones de euros. Creo que olvidar 250000 millones en un análisis y llamarlo clase de economía me parece algo arrogante. Desde la perspectiva del gasto del cálculo del PIB no veo por ninguna parte la relación entre exportaciones e importaciones. También creo que el concepto de inversión lo estás tratando como beneficios netos empresariales y esto no es así.
Juanjo, atendiendo al tono de tu comentario -«arrogante», «no veo por ninguna parte», «esto no es así»-,… confirmado: ha sido una clase de economía, no cabe duda.
No lo he dicho pretendiendo ofenderte, simplemente ponía de manifiesto lo que pienso que son errores en este análisis.
FELICITACIONES EXCELENTE TRABAJO
Gracias, saludos cordiales.
Sería oportuno que pusieras las fuentes de los datos que manejas.
Gracias
Estimado Santiago, gracias por tu apreciación, todos los datos que utilizamos en el blog proceden de fuentes escrupulosamente oficiales, en este caso el INE. Saludos cordiales
Por ese motivo, cuando las centrales sindicales proponen el aumento de los salarios para relanzar la economía a base de consumo, se están tirando piedras contra su propio tejado (el de los trabajadores)
El consumismo es el origen de las desigualdades y por lo tanto no puede ser la solución a la crisis sistémica del sistema capitalista.
Cualquier solución que no ponga en duda las bases y los fundamentos del sistema capitalista va a beneficiar sobre todo a las clases dominantes, que son los que apropian de la plusvalía.
Un cordial saludo
Hola Andrés, si en verdad tu razonamiento conduce a una paradoja, poco más puede decirse. Un saludo.
Sí señor, blanco y en botella, bastante claro. Un saludo.
Hola! les quiero compartir el nuevo libro de Martin Redrado, muy bueno: https://www.interlibros.org/2020/09/argentina-primero.html