¿Qué es antes, el desastre o la economía?

He aquí la cuestión, puesto que si todo se dirime en términos de tiempo, el antes y el después importan.

El destino y el azar nos interesan porque en la cronología del antes y el después se encuentran todas las respuestas.

Creer en el destino es creer en la existencia de una secuencia matemática descifrable.

Existen muchas razones para creer en el destino.

De la misma manera que existen muchas razones para creer en el azar.

Hay quienes opinan que todos los desastres tienen una explicación, o sea, una causa.

“La guerra no puede ser producto del azar”.

Decimos entonces que la economía precede al desastre; existe un motivo, una justificación.

En las guerras, esto es, en los desastres humanos, todos tienen “sus” motivos.

De lo contrario, los desastres no tendrían lugar.

O si lo tuvieran, serían fortuitos, sin que a nadie le convencieran lo suficiente los motivos.

Por lo tanto, el desastre solo puede preceder a la economía, cuando no existen ni razones ni motivos para el mismo.

Es lo que defendieron los existencialistas, con aquel “la existencia precede a la esencia”.

Que podría resumirse con un: “No hay destino, no hay explicación, todo sobreviene”

Como una gran e inesperada bofetada.