Circula un vídeo muy ameno e instructivo estos días por internet en el que la candidata a liderar el PSOE -Susana Díaz- construye un razonamiento muy personal sobre las causas de la indignación social sobrevenida en España con motivo de la gravísima crisis económica sufrida.

Ameno porque el lenguaje y las formas con las que se expresa Susana Díaz son más que correctas, lo que digo en este sentido va muy en serio, e instructivo porque en el fondo y el contenido de su discurso no existe barrera alguna para vislumbrar el radical conservadurismo de su línea de pensamiento -y lo que digo en este sentido va todavía muchísimo más en serio-.

¡Qué interpretación tan ruin y miserable de la indignación ciudadana hace quien aspira a liderar el ala izquierda de la democracia española! No lo conseguirá -ni lo debería conseguir nunca-, aunque solo sea por proteger la salud mental de todos aquellos ciudadanos, obreros y  trabajadores que cada año contribuyen con su esfuerzo a que cientos y miles de millones de euros sean evadidos a una multiplicidad innumerable de paraísos fiscales.

¡Cómo no va a ser del agrado del PP, del diario ABC o de ex-presidentes del Gobierno de España como Felipe González, todos ellos caracterizados en los últimos años por la más profunda indiferencia hacia la mejora del bienestar colectivo, quien de este modo manosea y profana, con la retórica más palmariamente falsa y nauseabunda, el descenso a los infiernos -suicidios incontables incluidos, que jamás coparon ni coparán las portadas de medios de comunicación masivos y deleznables como El País-, de cientos de miles y miles de personas durante una crisis/estafa financiera, política, inmobiliaria e interminable!

¿Cómo podría una mayoría social autodefinida no ya ideológicamente como “de izquierdas”, sino simplemente como de “centro-izquierda”, sintonizar y conectar con quien resulta tan obscenamente insensible hacia el sufrimiento y la desigualdad social, tan obscenamente próxima en pensamiento al Partido Popular? Supongamos, no obstante, que su candidatura pudiera ganar, que la defensa de unas tesis tan en extraordinario modo dudosas, le dieran la llave de la gobernabilidad de España junto al gozo de conjugar una vez más el verbo con el que más le gusta humillar a cualquiera que ose ser su rival? Ella, y un reducido número de personas, ganarían. Un país entero, sin embargo, perdería.