En todas las épocas, los seres humanos han ido ingresando en el orden y en la Historia que les tocaba cada vez. No desde la Naturaleza (que también es parte de ese orden y esa Historia, es decir, algo que compete a lo humano), sino desde la oscuridad del momento vivido. Una forma de hacer esto, que tampoco es una elección, inseparable de la socialización y el aprendizaje, como la reproducción del orden humano, ha sido el juego. Por eso, en el juego del niño, y aun en el del adulto, hay algo que ningún orden y ninguna historia puede contener y expresar: hay el abandono, la felicidad y la autenticidad del instante.

El niño que aprehendía su mundo construido jugando en la antigua Roma o en el Egipto Faraónico, ingresaba en el orden y en la Historia de la esclavitud antigua. El niño que juega hoy con sus muñecos y sus comandos de vídeo juego, ingresa en el orden y la Historia de la nueva esclavitud financiera. Si tal ingreso, desde la eternidad y la oscuridad del momento vivido, no se produjese o fracasase funcionalmente, inmediatamente ese orden y esa Historia tendrían los días contados.

He aquí una pista, acaso, de la buena dirección. Nuestro reino (o república) de los cielos, es el presente radical, los Objetos de Existencia. ¿No se han referido los místicos y los heterodoxos de todas las épocas a esa experiencia de lo Único como una inmersión, un contacto radical y sin retorno, con el aquí y ahora? Puesto que entramos en una nueva esclavitud (las cuadrículas de la cuartilla en las que escribimos nuestra experiencia del cada vez, se parecen cada vez más a los barrotes de una cárcel); y puesto que el momento vivido no puede ser nunca sujeto por el orden sin estrangular su propia fuente de realidad y autenticidad, es preciso que busquemos y accionemos todos los resortes, en nuestro aquí y ahora, para arruinar ese orden y esa Historia en lo que tienen de nueva esclavitud. El pensar cobra así un nuevo sentido y una nueva (vieja) tarea, emancipadores.

Que cada uno de nosotros se desembarace cuanto antes de cualquier relación con las nuevas agencias de esclavitud. Que renuncie al crédito con su falso e hipotecado mañana. Que reduzca su vida a lo verdaderamente importante y necesario. Que vuelva al juego. Que intente rehacer, reconstruir, los viejos espacios de libertad, de la naturaleza y la conciencia, y que no deje entrar en ellos, sino por un acto libre, a ninguna autoridad y ninguna ley (Derecho). Que cada cual busque en la oscuridad del momento vivido, donde se alumbra el orden y la Historia, un nuevo sentido y un nuevo mañana.

Frente a eso, todos los poderosos del mundo, sus instrumentos y sus razones, no serán más que fantasmas. La cuadrícula sólo aparece cuando nosotros escribimos en la blancura cegadora de nuestra vida de un modo determinado. Pero lo auténtico de ésta sigue siendo siempre, aun bajo los peores y más férreos sistemas de dominación, la fuente de toda la realidad del Universo. El niño embelesado en su juego; el hombre cruzando la calle; no las normas del Estado, ni los negocios, ni el saber de los expertos, sino lo que somos tú y yo aquí y ahora: yo escribiendo estas líneas y tú leyéndolas en alguna parte, mi lector, mi hermano, mi entrañable desconocido.