Apenas dos semanas después de conocer la dudosa broma gastada por dos humoristas rusos a la actual Ministra de Defensa española, María Dolores de Cospedal, su cuenta de twitter anunciaba lo siguiente: “Voy a proponer a la Comisión de Defensa del @Congreso.es la creación de un grupo de trabajo que reúna a diputados y editores de los principales medios de comunicación para estudiar a fondo la amenaza de la desinformación contra nuestra democracia #LRCospedal”.
Analicemos por lo tanto la secuencia de los hechos para obtener algún tipo de conclusión.
En primer lugar deberíamos considerar si la citada broma y su subsiguiente repercusión mediática debería enmarcarse en esa reciente tipología de noticias denominadas “fake news” -noticias falsas-.
La noticia apareció inicialmente en un medio de comunicación –europapress– caracterizado por una intachable trayectoria profesional, así como por su virtuosismo en la confirmación de las fuentes y su indudable y honesto propósito de informar.
La veracidad, por consiguiente, de este suceso en este medio de comunicación ha estado en todo momento fuera de duda alguna, ya que incluso la propia Ministra acreditó la existencia de dichas llamadas, lo cual sirvió, por cierto, para que el resto de editores de los principales medios españoles dieran cobertura y difundieran los hechos. Hechos que, atendiendo a los fundamentos que se acaban de analizar, no han podido terminar siendo considerados como fake news pertenecientes al ámbito de las noticias falsas.
Una vez realizado este preámbulo ya estamos entonces en condiciones de preguntar: ¿Qué debe estudiarse en el Congreso con los editores de los principales medios de comunicación españoles? ¿Que debe silenciarse un suceso que pone en evidencia y ridiculiza el mal funcionamiento de los mecanismos de control interno del Ministerio de Defensa?
Sigamos. Si la respuesta a esta última pregunta es sí, lo que ya está fuera de toda duda es que el terreno hacia el que nos dirigimos no es el escabroso terreno de las noticias falsas, sino el escabroso terreno de la debilitación del periodismo, de la sumisión del cuarto poder al primero y, en suma, de la transformación de la democracia en un sistema político de orden inferior, póngale cada uno el apelativo que quiera.
Si la respuesta es sí, ya no nos encontramos ante el firme propósito de atajar la amenaza de la desinformación, sino ante el firme propósito de atajar la amenaza de la información, papeles de Bárcenas e indemnizaciones en diferido incluidas.
Pero aun queda lugar para una última conclusión si la respuesta es sí. Ante las fake news, tal vez la principal amenaza sea la posibilidad de que quienes quieran hacer bandera pretendiéndolas combatir, sean los mismos que previamente las hayan hecho producir.
Es una reflexión compleja. Hay que desarrollar la capacidad crítica contra las fake news sin, al mismo tiempo, que la libertad de prensa e información sea tirada junto con el agua sucia de la bañera. Necesitamos más participación intelectual, menos publicidad y consumismo, menos politiquería y más responsabilidad ciudadana. ¡Casi nada!. Buen artículo