Hace dos años, a principios del 2013, el ingeniero de software Rob Rhinehart compartía su novedosa forma de alimentación con el mundo. Nacía Soylent en referencia a la comida en polvo de la película de ciencia-ficción Soylent Green que en España conocemos como Cuando el destino nos alcance.

Lo hacía a través de un artículo en el blog de tecnología, Hacker News, y que hoy podemos leer también en el propio blog de Rhinehart, “Mostly harmless”, cuya traducción es “Sobre todo inofensivo”. Toda una declaración de intenciones.

En el artículo, titulado Cómo dejé de alimentarme con comida, el autor explica que fue básicamente la falta de tiempo para comer en el trabajo, para hacer la compra y para prepararse la comida en casa lo que le llevó a la búsqueda de una forma de alimentación alternativa a la tradicional.

Para crear Soylent confeccionó una lista de 35 ingredientes a partir de diversas fuentes de nutrición ya comercializadas (el artículo detalla cómo encontró los nutrientes en internet y cómo calculó sus cantidades según sus requerimientos energéticos) como aceite de canola, maltodextrina y los polvos de arroz, magnesio, calcio, electrolitos, omega 3 del aceite de pescado (o de lino en su versión para vegetarianos) en “una limonada pegajosa” que según el autor contiene “todo lo que necesitas para sobrevivir” ya que proporciona la cantidad perfecta de lípidos, carbohidratos, proteínas y minerales que el organismo necesita (actualmente la receta ha sido mejorada y puede verse, en abierto, en su página web).

Los resultados fueron sorprendentes. Vio que le había bajado el colesterol y que le había mejorado la proporción de azúcar en sangre, una mejoría evidente de la piel que ahora estaba menos seca, áspera y sin manchas, que tenía el pelo libre de caspa, dientes más blancos, que aguantaba mucho más en el gimnasio, que sentía menos cansancio en su día a día y una rápida y espectacular mejora de sus capacidades cognitivas.

Rhinhart explicaba cómo, tan sólo un mes después de haber empezado su dieta exclusiva a base de Soylent, era capaz de leer textos más complejos y de manera más rápida, cómo tenía más claridad mental y que se cansaba menos con el esfuerzo intelectual por lo que era capaz de trabajar más tiempo y de manera más eficiente.

Todo esto parece que convenció ampliamente a los inversores ya que en tan sólo 3 horas de crowdfounding conseguía el dinero necesario para seguir desarrollando su proyecto.

Ahora, una adaptación europea de Soylent (ya que el original aún no distribuye a Europa) Joylent llega a las tiendas físicas de España y le acompaña una legión de internautas deseosos de formar parte de este proyecto global (subiendo vídeos en los que comparten resultados, experiencias, recetas, etc.),  así como un buen puñado de detractores que lo ven como la última excentricidad importada de Silicon Valley.

¿Se quedará en eso? ¿O supondrá, como mantienen sus partidarios, un paso más en la solución al hambre, la malnutrición, el impacto de la raza humana sobre La Tierra, la alimentación en colonias y viajes espaciales, etc.?

Soylent Hambre Futuro

Aquí te dejamos 5 puntos a favor y 5 en contra para conocer un poco más el porqué está teniendo tanta repercusión el desarrollo de Soylent.

A FAVOR

1) es más barato que alimentarse de la manera tradicional ya que el consumo de un mes equivale a 28 sobres de comidas que valen unos 70$ ó 12 botellas de preparado que valen unos 29$. Además no se estropean durante meses, no requieren refrigeración, son fáciles de transportar y su preparación consume menos energía ya que sólo requiere unos segundos de batidora o en el caso de su nueva versión Soylent 2.0 nada, ya que es directamente bebible.

2) es fácil de conseguir gracias a que han distribuido libre y gratuitamente la receta. En Europa ya han salido muchas alternativas: Joylent (versión holandesa basada en la receta original de Soylent, de la que España es ya el 4º país comprador), Queal, Food 100% y subiendo…

3) fácil de preparar sin siquiera requerir una fuente de calor (aunque sí es necesario disponer de agua en el caso de los sobres).

4) es un preparado químicamente perfecto: sin excesos de colesterol, ni grasas, ni azúcares, ni sal. La cantidad exacta que el cuerpo necesita y punto. Además, como la receta se ha distribuido en abierto se puede saber su contenido exacto y calcular cuánto queremos consumir en función de nuestras necesidades.

5) impacto social y medioambiental muy positivo, ya que la producción de Soylent no hace daño a los animales (en las nuevas versiones las proteínas provienen de diferentes especies de algas y de la soja, principalmente)  y genera mucha menos basura al cambiar los numerosos envases que hay por casa por sólo unos sobres.

Y para el colectivo eco: no contiene pesticidas, ni hormonas, ni conservantes.

Además, la liberación de la cocina es un gran éxito no sólo para las mujeres, sino también para otros grandes colectivos perjudicados: ancianos, discapacitados, enfermos, gente sin acceso a recursos próximos, etc…

EN CONTRA

1) falta de resultados a largo plazo y verdaderos estudios avalados por la comunidad científica ya que lo hasta ahora publicado no es más que una valoración personal del propio Rhinehart o de usuarios en internet sin pruebas de calidad científica, objetivas, medibles, extrapolables, etc.

2) el aburrimiento que puede provocar comer siempre lo mismo y de la misma manera. Aunque haya diferentes sabores e intercambio de recetas nunca podrá estar a la altura de la riqueza gastronómica de la comida tradicional.

3) su textura viscosa que puede no resultar agradable a algunos paladares.

4) falta de personalización ya que cada persona tiene un metabolismo diferente y unas patologías propias (anemia, diabetes, etc.) con lo que se necesitaría incluir una oferta para estos colectivos.

5) que su principal uso no sea serio. Es una pena que a estas alturas aún no haya ningún organismo que luche contra el hambre que se haya ofrecido a, por lo menos, tenerlo en cuenta y que, por ahora, sólo se esté desarrollando su vertiente más frívola.

¿Te animas a probarlo y a dejarnos tus impresiones?

Artículo escrito por Helena Niño