Desde la crisis financiera del 2008 y, además, con la crisis del Covid-19, los bancos centrales de las economías más desarrolladas, incluyendo EE.UU., Europa y Japón, han llevado a cabo políticas monetarias no convencionales para ayudar y salvar la economía mundial.
Estas políticas no convencionales, principalmente, consisten en mantener los tipos de interés a niveles muy bajos, cercanos a cero y a veces negativos, y en la compra de activos financieros, lo que coloquialmente se puede considerar como imprimir dinero.
La razón de realizar estas políticas es la de conseguir un cierto crecimiento en las respectivas economías. De esta manera se alcanza un nivel de inflación suficiente para asegurar la estabilidad monetaria.
Estas políticas se empezaron a llevar a cabo a partir de la crisis financiera del 2008 por el temor a un importante crecimiento negativo que pudiera llevar a la deflación. La razón de acometerlas fue que las políticas monetarias convencionales no eran suficientes para salir de la crisis, fue una decisión de último recurso.
El problema es que estas políticas, en principio, se deben utilizar sólo temporalmente, para luego ser reemplazadas de nuevo por las políticas monetarias convencionales. En EE.UU. se comenzó a subir los tipos de interés, para volver a una normalidad monetaria. Sin embargo, y debido sobre todo a la crisis del Covid-19, se volvió a políticas no convencionales.
El riesgo de mantener políticas no convencionales está principalmente en que se pueda producir una situación de descontrol monetario, normalmente a través de hiperinflación. El dinero hoy en día no está respaldado por oro, por lo que el respaldo que pueda tener el mismo se basa en la confianza que generen sus economías.
Criptomonedas como el Bitcoin, creada en el 2009, no por casualidad justo después de la crisis financiera, surgen, entre otras cosas, como alternativa a las monedas convencionales, debido precisamente a la utilización de políticas monetarias no habituales.
Se puede afirmar que las políticas de los bancos centrales ha sido una huida hacia adelante desde la crisis del 2008. Todos han actuado de manera coordinada y han conseguido una cierta estabilidad para las economías mundiales. Pero, ¿es normal que haya tipos de interés en torno a cero, y en algunos casos incluso negativos?
Esta política, además, ha tenido consecuencias negativas para los ahorradores, que han visto disminuido el rendimiento de sus ahorros. Pero también ha sido una manera de apoyar a las familias, empresas y estados endeudados, ya que ha hecho que el pago de sus intereses sea menor.
Si los tipos de interés volvieran a subir, una de las probables consecuencias sería que habría una cadena de impagos pues las cantidades a devolver por parte de los deudores aumentarían.
Bien es cierto que la economía mundial tiene una gran capacidad de adaptación y la opción de que con el tiempo todo se soluciones por sí solo está siempre presente. Como estaba intentando EE.UU. hasta la llegada del Covid-19, una suave vuelta a las políticas convencionales es siempre posible.
En cualquier caso, habría que analizar las causas de fondo que llevaron a la crisis financiera del 2008, y así, solucionando las mismas, se conseguiría poder revertir las políticas monetarias de los bancos centrales.
Una de estas causas fue el elevado endeudamiento que se produjo por la creación por parte de la economía mundial de grandes cantidades de ahorro que no podían ser canalizadas en proyectos que significasen crecimiento, sino que fueron canalizadas en el sector inmobiliario, produciendo especulación y finalmente quiebra a través de la punta del iceberg que fueron las hipotecas subprime.
Una política de redistribución de estos ahorros, a través, por ejemplo, de políticas fiscales, podría hacer que el nivel de endeudamiento disminuyera y que el crecimiento de la economía global aumentara, siendo innecesaria, de esta manera, las políticas no convencionales de los bancos centrales, que como el propio nombre sugiere, siempre conlleva ciertos riesgos