Se oye comentar, y no con poca frecuencia, que la economía española está mejorando en competitividad y que ésta depende de factores tan diversos como la productividad, la calidad, el coste total salarial, el nivel de precios general e incluso del tipo de cambio que sea preciso aplicar entre las distintas divisas del contexto económico internacional.
Y efectivamente así es, ya que entre algunos de los instrumentos que validan esta afirmación se encuentra el Índice de Tendencia de Competitividad (ITC), a partir del cual se observa cómo desde el año 2008, y con especial intensidad en el año 2010, España ha obtenido distintas ganancias de competitividad internacional, gracias a una reducción en los precios de sus bienes destinados a la exportación.
Sin embargo, una de las principales causas que se encuentra detrás de esta mejora de la competitividad responde a la progresiva moderación -e incluso contracción (-3,2% en el último trimestre de 2012, según el último dato del INE)- que viene experimentando el coste total por trabajador del absolutamente deteriorado -por adjetivarlo condescendientemente- mercado laboral español.
Con el escenario de la crisis económica actual, hay quien aduce la necesidad de, en términos coloquiales, vaciar los bolsillos del trabajador como fenomenal estrategia de reactivación fundamentada en el impulso del sector exterior.
Quien así razona, se olvida, evidentemente, de que, al mismo tiempo, la denominada demanda interna -aquélla que no hace falta buscar en el mercado internacional- continúa sin dar muestras de recuperación, inmersa como está en una espiral de difícil solución que, de continuar la caída de los salarios por debajo de la inflación -tal y como viene produciéndose desde el año 2010-, difícilmente podrá enderezar su rumbo posterior.
No es casualidad, por lo tanto, que a partir de los valores anotados por el ITC a partir del año 2010, las exportaciones españolas hayan experimentado un crecimiento del 17%, seguido de otro 15% de incremento adicional alcanzado justo un año después, más un 3,4% al término del año 2012.
Puestos a imaginar un futuro e hipotético escenario económico español con las pesadillas que ofrece la realidad de nuestro actual mercado laboral, una más que probable ensoñación apunta a la promoción de un sector exterior con escasa capacidad para constituirse como un relevante foco de contratación, pero con un extraordinario potencial para satisfacer, a modo de salvapantallas de la abandonada -y hueca como una nuez- demanda nacional, los exigentes deseos del consumo exclusivamente internacional.
Lo que pasa es que los iluminados que toman decisiones o que opinan en los grandes foros internacionales, pretenden que cobremos como chinos y gastemos como alemanes sin, por supuesto, endeudarnos. No se dónde habrán estudiado estos señores, pero desde luego desprestigian por si sólos las carreras universitarias.
Por cierto, lo de ligar el salario a la productividad… nada ¿no? cómo se nota que ya no interesa…
En universidades españolas seguro que no, porque si no estarían en Chile, Alemania, Ecuador o EEUU…
Pero si no se fomenta el sector exterior, que alguien me diga qué es lo que se puede hacer… Yo ahora voto por competir, porque lo de que haya un orden y una planificación mundial para que los países se dejen entre unos y otros de estorbar, lo veo totalmente irreal…
Nadie piense que los demás nos van a solucionar nada.Somos nosotros los que tenemos que organizarnos.DÓNDE ESTAN ESOS POLITICOS´QUE PROMETIAN TANTAS BONDADES CUANDO ESTABAN EN LA OPOSICIÓN?????
Hace más de un año escribí un artículo narrando cómo España (y demás GIPIS) se iba a convertir en la China de Europa y algunos lectores me tildaron de loco. Ya veo que no soy el único. El fin último es destruir al trabajdor como clase social, como vaselina que facilitará lo que vien después. El sector exterior per se no pude dar de comer a todos los españoles.
Carlos:
No creo que España acabe convertida en la China de Europa. Cada año que pasa van perdiendo más peso las exportaciones españolas a la zona euro.
De más de un 60% sobre el total hace tan solo unos años, actualmente han descendido por debajo del 50%.