El déficit estructural de España, es decir, el déficit presupuestario calculado sin tener en cuenta los efectos fiscales derivados del ciclo económico, continuará en números rojos por lo menos hasta el año 2020, según la última actualización de perspectivas macroeconómicas elaborada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en abril de 2015.

En consecuencia, ni la positiva proyección realizada por el propio FMI sobre el PIB de la economía de España para los próximos cinco años permitirá situar las arcas públicas del estado español en posiciones de superávit.

Es significativamente especial, además, el hecho de que la predicción de los distintos déficits estructurales para el periodo 2015-2019 continúe consignando importes inferiores a los correspondientes al déficit público total -tal y como viene sucediendo desde el año 2009-, una particularidad que nos induce seriamente a considerar la permanencia de un residuo negativo en el ciclo de la economía española.

Las prolongaciones y sostenimientos de las situaciones de déficit estructural incluso más allá de las fases expansivas del PIB de la economía nacional ponen en evidencia la necesidad de rediseñar España fiscalmente y tratar de frenar así el incremento crónico de la deuda pública, no mediante el recorte del presupuesto de gastos -intereses de deuda incluidos- sino mediante la consecución del nivel adecuado de ingresos públicos.

Cabe reseñar, en último lugar, que el déficit estructural proyectado por el FMI para el año 2020 será superior al déficit presupuestario total, ¿querrá decirnos con este dato el FMI que España se encontrará entonces ante otro punto de inflexión, ante la puerta de entrada a la enésima recesión?