El déficit público es el resultado -negativo- que se obtiene cuando los gastos públicos superan a los ingresos públicos. Desde el año 2008 ésta es la situación presupuestaria de España: los ingresos no cubren los gastos y el Estado español requiere financiación. La deuda pública ya ha superado el billón de euros en el penúltimo trimestre de 2014.

Existen dos maneras de equilibrar un presupuesto; o bien aumentando los ingresos o bien recortando los gastos. El debate sobre el presupuesto público de España ha estado girando siempre en torno al recorte de los gastos. Pero la realidad nos muestra que el fundamental recorte presupuestario se produjo en los ingresos correspondientes a los años 2008 y 2009.

Los ingresos públicos de España en relación a su Producto Interior Bruto (PIB) ascendieron en el año 2013 al 37,5% del PIB, la cuarta menor cifra de los 18 países actuales integrantes de la Zona euro. Países europeos como Francia, Austria o Italia recaudan ingresos públicos por valores del 53%, 50,9% ó 47,7% de su correspondiente PIB. La media de la Eurozona se sitúa en el 49,4%, de modo que España dispone, aún, de margen suficiente para incrementar su recaudación de ingresos en relación a su PIB.

Por otro lado, y aunque parezca sorprendente, España experimentó en el año 2013 el mayor recorte de gasto público desde el comienzo de la crisis. Una contracción del 6,9% respecto a 2012. Combinar contracciones tanto del gasto público como de los ingresos públicos conduce a deteriorar el papel del sector público como agente clave en el desarrollo económico y social. ¿Eso es lo que quiere la sociedad de España en la actualidad?